martes, 19 de junio de 2007

Espacios en intemperancia (paseando con Robert Smithson)

Espacios en intemperancia o como antes de aparecer ya estaba todo abandonado, si, el espacio urbano en su reproducción como alfombra rota, se extiende en un manto discontínuo, o mejor dicho, a través de motivos aislados, sobrepuesto al terreno arcilloso del suelo madrileño.
Un terreno donde el agua se escurre y filtra en la periferia, situando a la ciudad como un gran ensayo de glorietas.

Caminando junto a Robert Smithson, visualizamos desde distintos puntos de la ciudad, edificios en construcción por doquier, pero ante tanta estructura que se levanta, se nos aparece rizomaticamente en su movimiento de tocadiscos, las frágiles y equilibradas grúas pluma que rellenando constantemente, coronan a la ciudad de un horizonte prometido.
Saltamos y miramos, podemos caminar entre espacios delimitados y programados arquitectónicamente hacia espaciosdiagramados por el producto de la nada (estos son mas interesantes), donde creemos ver, habita un espíritu arcaico de establecimientos fugaces sobre las superficies.
Robert empieza a excabar con la mirada una plaza abandonada antes de su inauguración, mientras tanto, yo empiezo a juntar escombros para levantar una sospecha.

Es postprimavera y el sol quema la tierra, pero el espacio está todo helado. La velocidad de nuestras miradas se filtran entre avisos "se vende piso" y perros que arrastran a sus amos, será la única forma de caminar, pareciera ser siendo conducido.
Es que acaso, el espacio urbano solo es constancia de la repetición, como cuando sin movernos ya, anticipamos en un mapa, la posibilidad de un recorrido.

Pensamos que todo es ladrillo de algunas o distintas partes (mientras tanto, una grúa pluma gira verticalmente y se estrella, enterrándose en un auto), sentimos un sonido pseudograve, mezclado con viento, vibración, golpe, fierros y vidrios. No hemos visto nada, pero sabemos lo que ha pasado, hay gritos de personas y lo cotidiano periférico se revuelve un poco, solo un poco. Caminamos en sentido contrario al que todos vienen y van corriendo para VER.

Con Robert, nos miramos y, luego, el me dice que se irá en metro con un ojo cerrado y otro abierto, yo..., esperaré un poco, nos despedimos.
Gonzalo

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